viernes, 23 de febrero de 2018

AVIADOS ESTAMOS

El coste de construir un kilómetro de AVE en España ha oscilado entre los 14 y los 25 millones de euros, según la complejidad de la línea, mordidas incluidas. El de mantenimiento anual por kilómetro puede llegar al medio millón. 
Todo este esfuerzo para un total de 35 millones de viajeros en el año récord hasta la fecha. Parecen muchos, pero es que ese mismo año, la red de Cercanías registró 410 millones.
Si uno hace números, probablemente nos saldría más barato ubicar un taxi a diario en el domicilio de algunos de sus usuarios para llevarle a destino el resto de sus vidas. ¿Exageración? La estación de Tardienta contempla 3 pasajeros al día (contando los que suben o bajan).
Sin embargo, aquí seguimos en la carrera por vertebrar España, uniendo cada capital de provincia y localidad mayor de 1000 habitantes con esta moderna y económica infraestructura. Es normal, puestos a gastar, por qué va a ser mi ciudad la única en quedarse sin su paradita de AVE, pensarán los regidores municipales, visto el panorama. Así que cientos de alcaldes y alcaldesas reclaman al ministro de Fomento lo que es de ley, a pesar de llevar gastados más de 50.000 millones, o lo que es lo mismo, 1.100€ por español y subiendo.
Ya nos ocurrió en su día con los aeropuertos y parece que no hemos escarmentado, llegando al extremo de pagar cantidades nada desdeñables a aerolíneas de bajo coste para dotar de vida a esos símbolos del progreso. Así que, los contribuyentes pagamos por la construcción de los mismos, nos hacemos cargo del mantenimiento y subvencionamos además a empresas privadas para que les den buen uso y hagan negocio con ellos. Todo para que los políticos puedan justificar, con el dinero de todos, la inversión realizada. Increíble, pero cierto. Tristemente.
Aún no sabemos qué nos deparará el AVE en ese apartado cuando se terminen de construir todas las líneas  y estaciones pendientes. Algo es seguro y es que habrá trenes que ni siquiera podrán alcanzar la velocidad punta con paradas tan próximas en los trayectos. Será algo así como coger un avión para desplazarse, por ejemplo, de Bilbao a Vitoria.
De las consecuencias económicas, mejor ni hablemos. Para qué hacer desde el principio un plan estratégico con dos o cuatro líneas que vertebrasen el país a modo de cruz o asterisco al que luego enlazasen las vías convencionales...
Ya quedan pocas capitales de provincia por unir. Cuando acabemos, propongo empezar a dotar a cada una de una lanzadera de cohetes espaciales. Parece que los viajes comerciales al espacio están al caer.

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